Se ha convertido en un movimiento social muy amplio que extiende el concepto de sostenibilidad a toda la cadena alimentaria, incorporando la producción, la distribución, la comercialización y el consumo, dando peso no sólo al producto final, sino a la calidad y sostenibilidad de todos los recursos humanos, animales y naturales que forman parte de dichos procesos.

Se ha convertido en un movimiento social muy amplio que extiende el concepto de sostenibilidad a toda la cadena alimentaria, incorporando la producción, la distribución, la comercialización y el consumo, dando peso no sólo al producto final, sino a la calidad y sostenibilidad de todos los recursos humanos, animales y naturales que forman parte de dichos procesos.

¿Cómo podemos empezar?

¿Cómo podemos empezar?

Consumir alimentos locales
Aunque durante siglos lo más habitual ha sido consumir alimentos que se producían en zonas cercanas, en las últimas décadas nuestra dieta se apoya en “alimentos kilométricos”, es decir, productos que vienen de lejos y cuyo consumo implica un gran gasto de energía.
Del campo al plato
En función de dónde compramos los alimentos, varía la cantidad de dinero que recibe el agricultor o agricultora por su trabajo. Es mejor comprar en mercados, tiendas de barrio y otros modelos alternativos que hacerlo en súper e hipermercados, que es la opción que menos revierte en quienes producen los alimentos.
Alimentos orgánicos
Es importante consumir productos más sabrosos, más saludables y soberanos, tanto para las personas como para la economía local y la salud del planeta. Así pues, ¡mejor mirar qué compramos!

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Esta publicación cuenta con la colaboración de la Cooperación Española a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). El contenido de la misma es responsabilidad exclusiva de la Fundación Maquita y Manos Unidas y no refleja, necesariamente, la postura de la AECID.